domingo, 3 de julio de 2011

Capítulo 2

Esa sensación era indescriptible, el poder tocar y, que de sus dedos brotara una alegre melodía que en ocasiones, parecía alegrar aquellas mañanas, tardes y aquellas noches en vela que, por diferentes motivos y preocupaciones Stacy no conseguía conciliar el sueño.
Aquel extraño paisaje, que raras veces, se atrevía a explorar se alargaba hasta donde alcanzaba la vista, en el horizonte se dibujaban las colinas, alejadas y a la vez cercanas a el que era su hogar, si mirabas en sentido opuesto en las noches oscuras se podían ver las brillantes luces de la ciudad, a Stacy le daba la sensación de que lograba escuchar en la inmensidad de la noche los pitidos de los conductores impacientes por llegar a sus hogares tras una dura jornada de trabajo.

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